El suicidio ha sido históricamente abordado como un acto individual de desesperación o patología. Sin embargo, desde una perspectiva más amplia, puede entenderse también como un fenómeno social, cultural e interaccional, profundamente vinculado a los sistemas de relaciones en los que la persona está inserta. Esta es la tesis que desarrolla Gloria Kunstmann en su conferencia Violencia y Suicidio.
Más allá de la muerte: el suicidio como mensaje
Desde el relato de Plutarco sobre las jóvenes de Mileto hasta los análisis modernos de Angel Garma y Shneidman, Kunstmann plantea que el suicidio no es solo una voluntad de morir, sino un acto de comunicación violento, un mensaje dirigido a alguien más. No es solo un final, sino una expresión simbólica de rabia, dolor o exclusión.
La rabia como energía relacional
Inspirándose en el concepto de suicidio diádico, la autora sostiene que muchos suicidios son intentos extremos por definir o impactar una relación significativa. Cuando la rabia no puede expresarse hacia otro, puede volverse contra uno mismo. Así, el suicidio se convierte en una forma de “matar simbólicamente al otro”, dejando al sobreviviente marcado de forma indeleble.
La perspectiva sistémica: dominios de existencia
Kunstmann propone una mirada basada en el enfoque sistémico. Cada persona es parte de múltiples sistemas (familiar, social, laboral, de pareja, etc.) y actúa desde diferentes dominios de existencia. Las personas se definen a sí mismas y a los otros según las relaciones que establecen en estos dominios (ej. madre, amigo, colega).
Los conflictos emergen cuando estos dominios entran en contradicción o no son claramente definidos. En estos casos, se produce confusión identitaria y relacional, lo cual puede llevar a crisis graves.
Dos estudios de caso: María y Pedro
Mediante el análisis de dos historias, Kunstmann muestra cómo los intentos de suicidio no pueden entenderse sin el contexto familiar y social en el que ocurren:
- María, hermana mayor en una familia desestructurada, carga el rol de madre sin reconocimiento ni límites claros. Sus intentos de suicidio marcan puntos de crisis que reorganizan temporalmente las relaciones familiares, pero la dinámica confusa se reinstala una y otra vez.
- Pedro, joven universitario que vive una relación homosexual secreta, se enfrenta a una contradicción vital: su identidad sexual lo excluye de un sistema familiar conservador que constituía su principal fuente de identidad. Esta incompatibilidad sistémica lo deja sin espacio para integrar su “ser homosexual” con su “ser hijo” y lo lleva al suicidio como única salida.
Violencia como proceso sistémico
Kunstmann concluye que el suicidio no debe ser entendido como un hecho aislado, sino como el punto final de un proceso violento inscrito en una red de relaciones. Es, a la vez, acto de autoeliminación y acto relacional, que sacude e interpela a todos los sistemas implicados.
Conclusión
El enfoque sistémico propuesto por Gloria Kunstmann redefine el suicidio como una forma íntima de violencia relacional, emergente de contradicciones profundas entre la identidad personal y la pertenencia a sistemas sociales. Comprenderlo así no solo abre nuevas puertas para la intervención profesional, sino también para una comprensión ética y cultural más compleja de quienes atraviesan estas experiencias límite.